Abrazar la sinodalidad, discipulado misionero

Mis queridos hermanos y hermanas en Cristo,

El domingo 29 de septiembre, festividad de San Miguel, San Gabriel y San Rafael, los tres arcángeles nombrados en las Sagradas Escrituras, llegan a Roma los participantes en el Sínodo de los Obispos de 2024. Comenzamos nuestro retiro el lunes 30 de septiembre. Por favor, recen por nosotros ahora y durante todo el mes de octubre.

El Sínodo 2021-2024, “Por una Iglesia Sinodal. Comunión, Participación, Misión” es una llamada a la alegría y a la renovación del Pueblo de Dios en el seguimiento del Señor y en el compromiso de servir a la misión de nuestro Redentor. Como explica Instrumentum Laboris (Documento de Trabajo) para este encuentro (véase la selección más abajo), durante las próximas cuatro semanas nos centraremos en la llamada al discipulado misionero, un encargo que se ha dado a todos los bautizados, sin excepción.

“Sinodalidad” es un concepto que aún no ha sido plenamente comprendido o aceptado por muchos en nuestra Iglesia, pero es tan antiguo como la Iglesia misma, y aborda de manera muy importante los retos y oportunidades de nuestros días. En un tiempo caracterizado por el rencor y las amargas divisiones, la “sinodalidad” nos recuerda que estamos llamados a la unidad, a caminar juntos como hermanas y hermanos en un viaje hacia nuestra patria celestial. Significa, como dice Instrumentum Laboris, “aprender a acompañarnos mutuamente como pueblo peregrino que recorre la historia hacia un destino común, la ciudad celestial. Recorriendo este camino, alimentados por la Palabra de Dios y la Eucaristía, nos transformamos en lo que recibimos”.

El Papa Francisco nos ha desafiado repetidamente a comprender y abrazar nuestro papel de discípulos misioneros. Él ve la sinodalidad como una forma de expresar nuestra identidad y misión como Pueblo de Dios unido en toda nuestra diversidad, trabajando juntos para superar los efectos devastadores del pecado y la muerte en nuestro mundo. Como dijo el Santo Padre en un discurso a los líderes de los movimientos espirituales en la Iglesia (véase la selección más abajo):

A menudo he insistido en que el camino sinodal requiere una conversión espiritual, porque sin una transformación interior no se pueden conseguir resultados duraderos. Mi esperanza es que, tras este Sínodo, la sinodalidad pueda perdurar como un modo permanente de trabajar dentro de la Iglesia, a todos los niveles, impregnando los corazones de todos, pastores y fieles por igual, hasta convertirse en un “estilo eclesial” compartido.

Continúe leyendo el último boletín del Cardenal Joseph Tobin

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