Las diócesis de Newark y Paterson se unen en oración por los cubanos
New Jersey bishops and priests lead a prayer vigil for the people of Cuba at St. Joseph of the Palisades Parish on Sunday in West New York, N.J. (Steve Hockstein/Archdiocese of Newark)
En apoyo a la iniciativa de Mons. Manuel Cruz, obispo auxiliar de Newark, se celebró en la iglesia de San José de Palisades, West New York, una vigilia de oración por los hermanos de la Isla de Cuba que pasan por duras pruebas, o como mencionó uno de los sacerdotes en su oración, “por el pueblo que atraviesa su desierto” para que alcancen sobre todo la libertad que Jesus prometió.
Presidió el Cardenal Joseph Tobin, arzobispo de Newark, acompañado del obispo de Paterson, Mons. Kevin Sweeney, y de Mons. Manuel Cruz, Mons. Gregory Studerus y Mons. Michael Saporito, obispos auxiliares de Newark.
Más de una docena de miembros del clero de la arquidiócesis de Paterson y Newark, junto a la comunidad latina y cubana en especial, se reunieron en una ceremonia muy significativa. En ella expresaron todos su apoyo al pueblo cubano de la isla y junto a la diáspora cubana en nuestra área rezaron a la Virgen de la Caridad del Cobre, patrona de la Isla, para que pare el sufrimiento y clamaron para que Dios “salve a Cuba de llantos y afán”.
Read the full transcript of Bishop Cruz’s message in English and Spanish here.
El Cardenal Tobin se refirió a la oración que el Santo Padre hiciera ese mismo domingo por Cuba y también mencionó al obispo africano Desmond Tutu, premio Nobel de la Paz, cuando este último recordaba que el pueblo de ese continente al recibir la Biblia de manos de sus colonizadores, también recibieron con ella el llamado a la libertad.
Monseñor Sweeney, Obispo de Paterson, fue enfático al pedir la paz para Cuba, recordando su pasado irlandés y junto a los sacerdotes cubanos de su diócesis oraron por el pueblo cubano.
Mons. Gregory Studerus y Mons. Michael Saporito acompañaron con profundos mensajes la iniciativa de su hermano en el episcopado Mons. Manuel Cruz, quien alzó la voz para pedir que pare el sufrimiento de su pueblo. “No están solos”, dijo. Finalizó, recordando a sus hermanos cubanos un pensamiento de San Juan de la Cruz: “El que anda en amor, ni cansa ni se cansa”.
