El sínodo: una gran oportunidad de cambio en la Iglesia

Nos han dicho que este sínodo es diferente. Que el caminar juntos también va con nosotros, con los católicos de a pie. Que el Papa Francisco quiere que en este sínodo –que va a ser más largo– todos seamos protagonistas. Que nuestras voces, y también las de aquellos que por cualquier razón están alejados de la Iglesia, cuentan. Que todos contamos.

Y nos lanzó un reto: escuchar al Espíritu Santo para discernir cómo debe caminar la Iglesia en el siglo XXI. Pero que el discernimiento debemos hacerlo juntos, en comunidad, porque el Espíritu Santo también se sirve de nuestros hermanos para hablarnos. Juntos.

Creo que todavía a muchos de nosotros nos cuesta digerir el cambio. No estamos acostumbrados a que nos pregunten, a que nos inviten a soñar una Iglesia en la que se hagan las cosas de manera diferente.

Dicen que una foto vale más que mil palabras. Y un dibujo también, si está bien hecho.

No sé si se han fijado bien en el logotipo del Sínodo que tienen arriba. Les invito a que lo hagan. Lleno de color, nos está mostrando una manera nueva de ver la Iglesia. De soñarla.

Está muy lejos de la famosa pirámide con la que fuimos instruidos los mayores, en la que se colocaban en orden descendente arriba al papa, luego los obispos y sacerdotes, y en la base todos los demás bautizados. Ya el Papa Francisco nos dijo que la invirtiéramos, que el Pueblo de Dios debía estar arriba y que el clero estaba a su servicio.

Ahora en el logo del Sínodo vemos algo más: “Un árbol grande y majestuoso, lleno de sabiduría y luz, alcanza el cielo. Un signo de profunda vitalidad y esperanza que expresa la cruz de Cristo. Lleva la Eucaristía, que brilla como el sol. Las ramas horizontales, abiertas como manos o alas, sugieren al mismo tiempo al Espíritu Santo.”

Y debajo todo el Pueblo de Dios representado en quince siluetas que caminan juntas. En el mismo plano. “El obispo y la monja no están delante de ellos, sino entre ellos”.

El Papa Francisco quiere que la Iglesia escuche las voces de todos. Pero nos quedaremos cortos si expresamos nuestro pensar sin que nos afecte a nosotros en nada, si solamente pasamos a otros la información recibida.

Este es el “Sínodo de la sinodalidad”, el de “caminar juntos”. Se nos invita a que comencemos nosotros ya a vivir la sinodalidad entre nosotros, en nuestras parroquias, en nuestra arquidiócesis. A que, como nos dijo el Cardenal Tobin, “experimentemos la Iglesia como un camino con los demás. Porque todos como peregrinos hemos recibido la llamada y unos dones para el bien de la Iglesia”. A que la escucha sea algo de cada día. Y si se escucha y se piensa que el Espíritu Santo puede estar detrás de esas voces, habrá que tenerlas en cuenta.

Se trata de un cambio impresionante de hacer las cosas. Cierto que ya tenemos en nuestro hacer algunos elementos de sinodalidad, tanto en las parroquias como en la arquidiócesis, pero ahora se nos pide que eso sea tan normal como el respirar.

Se nos está invitando a que participemos, de una manera o de otra, en esta consulta en la que está embarcada la Iglesia en el mundo entero.

La pregunta, sencilla y nada fácil a la vez, es ver estamos viviendo este caminar juntos en nuestra comunidad y qué pasos nos invita a dar el Espíritu Santo para crecer.

No tengamos miedo a expresar con sinceridad, y si es necesario con crudeza, lo que llevamos dentro. Con amor de verdad porque se trata de nuestra Familia.

Los animo, sobre todo, a participar en las sesiones de escucha mutua en las que nos hagamos de verdad conscientes de algo que tantas veces hemos repetido: que la Iglesia somos todos. Ojalá desterremos para siempre el hablar de “ellos” y “nosotros”. Y esto también lo pienso para los miembros del clero.

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