El Papa Francisco nos desafía a la conversión pastoral “en clave misionera”
Mis Queridas Hermanas y Hermanos en Cristo,
En la exhortación apostólica del Papa Francisco, Evangelii Gaudium (La Alegría del Evangelio), el Santo Padre nos invita, como individuos y como comunidades, a una profunda conversión pastoral. Escribe: “El Evangelio invita ante todo a responder al Dios amante que nos salva, reconociéndolo en los demás y saliendo de nosotros mismos para buscar el bien de todos”. (EG, #39).
El Papa Francisco no duda en llamar la atención sobre las formas en que somos blandos, perezosos o autoindulgentes, pero lo hace de maneras que nos dan esperanza y aliento. A través de las palabras de desafío y esperanza del Santo Padre, se nos invita a ir más allá de nuestros límites autoimpuestos y a ser celosos misioneros de Cristo.
Estamos llamados a ser mejores, dice el Santo Padre. Estamos destinados a hacer más—y ser más—que simplemente quedarnos adentro donde sea seguro y cálido. Estamos llamados a “salir de la propia comodidad” para ser discípulos misioneros de Cristo (EG #20).
El Papa escribe: “La vida en el Espíritu, que tiene su fuente en el corazón de Cristo resucitado”, es lo opuesto a la forma de vida ansiosa, llena de culpa y superficial que muchos de nosotros experimentamos. “Esa no es manera de vivir una vida digna y plena”, nos dice el Santo Padre. “Ese no es el deseo de Dios para nosotros” (#2). La alternativa es la forma de vida significativa y llena de gozo que Cristo nos enseñó con sus palabras y su ejemplo.
En su capítulo final, el Papa Francisco exclama: “¡Cómo quisiera encontrar las palabras para alentar una etapa evangelizadora más fervorosa, alegre, generosa, audaz, llena de amor hasta el fin y de vida contagiosa! Pero sé que ninguna motivación será suficiente si no arde en los corazones el fuego del Espíritu. (#261). El Papa nos desafía a todos—seamos quienes seamos—a ser “evangelizadores con Espíritu”, discípulos de Jesucristo cuyos corazones arden, que tienen un agudo sentido de la misión y que nunca dudan en proclamar la Buena Noticia (#259). ¡Ven Espíritu Santo, enciende en nuestros corazones el fuego de tu amor!
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