Sacerdotes participantes en la convención anual de la Asociación Nacional de Sacerdotes Hispanos con Mons. Thomas Wenski, arzobispo de Miami, Florida

Con el P. Bismarck Chau en la convención anual de la Asociación Nacional de Sacerdotes Hispanos

Hace unos días –del 6 al 9 de septiembre– se celebró en Miami la convención anual de la Asociación Nacional de Sacerdotes Hispanos de los Estados Unidos (ANSH). Creada hace treinta años, esta asociación busca ser un apoyo para los sacerdotes hispanos en el país, fomentando la unidad y la fraternidad, compartiendo experiencias pastorales, y promoviendo también una espiritualidad genuina en los sacerdotes hispanos. 

Hablamos con el P. Bismarck Chau, rector de la Catedral Basílica del Sagrado Corazón en Newark, quien participó en la convención de este año junto con otros dos sacerdotes de nuestra Arquidiócesis, el P. Juan Alexander Ortega y el P. Edinson Ramírez.

–¿Asistieron muchos sacerdotes a esta convención?

–Nos reunimos unos sesenta, provenientes de todo el país. La acogida de Mons. Thomas Wenski, arzobispo de Miami, fue muy cordial, reconociendo la fidelidad y el servicio que los sacerdotes hispanos brindan a la Iglesia de los Estados Unidos. También estuvo presente Mons. Gustavo García-Siller, arzobispo de San Antonio en Texas, quien es el actual moderador episcopal y quien abrió la conferencia.

–¿Cómo era el ambiente entre ustedes?

–Definitivamente, espontáneo y fraternal. Hubo mucho intercambio de ideas, recursos materiales para la evangelización, etc. También hubo momentos de desahogo, de hablar a corazón abierto frente a los otros sacerdotes. ¿Quién puede entender mejor a un sacerdote que otro sacerdote? Me hizo pensar mucho la pregunta que uno de ellos hizo: “Nosotros sanamos las heridas de nuestro pueblo, pero ¿quién sana las nuestras?” Acabábamos de escuchar una charla de Mons. Jorge Rodríguez, obispo auxiliar de Denver, Colorado, con el título “¿Cómo estamos saliendo de la pandemia a nivel personal, pastoral y cultural?”

–¿Algo que le llamara la atención de manera particular durante esos días?

–Fue una bendición el haber podido concelebrar la Eucaristía en diferentes parroquias de la Arquidiócesis de Miami y experimentar la vida parroquial de cada comunidad. Fue especial la Eucaristía que celebramos con el Arzobispo y la comunidad cubana de Miami el 8 de septiembre en la ermita de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre. Una experiencia única y emocionante.

–Y calurosa, porque la vi por televisión y observé que tanto el arzobispo como el diácono que le asistía se pasaron unas cuantas veces el pañuelo por la cara –le digo.

–¡Hacía mucho calor! – reconoció el P. Bismarck.

Los temas fueron muy apropiados a la realidad del ministerio sacerdotal de los participantes. Excelentes charlas. En el marco de este momento histórico que estamos viviendo.

–Todos expresaron el apoyo especial de sus feligreses, aunque a veces faltara el esperado de otras esferas diocesanas. Este amor y apoyo de nuestros feligreses nos ayuda a seguir en la misión que el Seños nos ha encomendado.

El P. Bismarck fue parte de la delegación arquidiocesana al V Encuentro Nacional en Texas hace tres años. No puedo menos de preguntarle si se mencionó el V Encuentro en la Convención.

–No estuvo entre la temática, pero el lema de la conferencia “El sacerdote hispano: Creating a Culture of Acompañamiento with the Joy of the Gospel”, va al centro del mensaje del V Encuentro. Íbamos en esa línea.

–¿Algún consejo para los sacerdotes hispanos que no asistieron?

–Les invito a que participen. Para mí personalmente fue muy fructífera y regresé con más ánimo. Además, con más amigos sacerdotes de otras diócesis.

Así que anímense para viajar a Boston o a Denver el próximo año. ¡Gracias, P. Bismarck!


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