Como hombres y mujeres sagrados, estamos llamados a ser santos

Mis Queridas Hermanas y Hermanos en Cristo,

Los católicos creemos que todo ser humano está hecho a imagen y semejanza de Dios, y todos nosotros—independientemente de quiénes seamos o de cuál sea nuestra historia personal—estamos llamados a ser santos.

¿Qué significa ser santo? Según el Catecismo de la Iglesia Católica, “el deseo de Dios está inscrito en el corazón del hombre” (#27). Los seres humanos estamos destinados a buscar a Dios, a encontrarlo y a unirnos a Él—tanto aquí en la Tierra como en nuestro hogar celestial.

La santidad es la cualidad de nuestra unión con Dios, la señal de nuestra cercanía a Él. Las mujeres y los hombres santos están cerca de Dios. Por eso los llamamos “santos”, que viene de la palabra latina sanctus.

En su encíclica Spe Salvi, “Salvados en Esperanza”, el Papa Benedicto XVI escribe: “La vida es como un viaje por el mar de la historia, a menudo oscuro y borrascoso, un viaje en el que escudriñamos los astros que nos indican la ruta. Las verdaderas estrellas de nuestra vida son las personas que han sabido vivir rectamente”. Son luces de esperanza, escribe el Santo Padre, porque nos señalan a Jesucristo, “la luz verdadera, el sol que brilla sobre todas las tinieblas de la historia” (#49).

Los santos brillan con la luz de Cristo. La Iglesia ha reconocido oficialmente a muchos santos mediante un proceso que culmina con la proclamación solemne (canonización) de que practicaron virtudes heroicas y vivieron en fidelidad a la gracia de Dios.

Continúe leyendo el último boletín del Cardenal Joseph Tobin

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