Redescubriendo la gracia de la Eucaristía
Los obispos de los Estados Unidos han pedido “un renacimiento de tres años de la devoción y la fe en la presencia real de Jesús en la Eucaristía”. Este renacimiento comenzó el domingo pasado en la Solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo (Corpus Christi) y concluirá en julio del 2024 cuando se celebre en Indianápolis el primer Congreso Eucarístico Nacional en casi 50 años. La Misión de este Renacimiento Eucarístico es “renovar la Iglesia encendiendo una relación viva con el Señor Jesucristo en la Sagrada Eucaristía”, y la Visión que tenemos es de un “movimiento de católicos a través de los Estados Unidos, sanados, convertidos, formados y unificados por un encuentro con Jesús en la Eucaristía—y enviados en misión por la vida del mundo”.
Hay cinco pilares estratégicos que apoyan este movimiento durante un período de tres años. Estos son:
• Fomentar encuentros con Jesús a través de la proclamación kerigmática y experiencias de devoción eucarística.
• Contemplar y proclamar la doctrina de la Presencia Real de Jesús en la Eucaristía a través de la Verdad de nuestra enseñanza, la Belleza de nuestro culto y la Bondad de nuestro acompañamiento a las personas en situación de pobreza y a las vulnerables.
• Potenciar la creatividad de base asociándose con movimientos, apostolados, parroquias e instituciones educativas.
• Llegar a la unidad más pequeña: pequeños grupos parroquiales y familias.
• Abrazar y aprender de las diversas y ricas tradiciones eucarísticas interculturales.
El año pasado, cuando escribí Regresar a la Gracia: Una Carta Pastoral sobre la Eucaristía dirigida a todo el clero, religiosos consagrados y fieles laicos en la Arquidiócesis de Newark, insté a que todos redescubriéramos las grandes bendiciones de la Sagrada Eucaristía. Mis reflexiones en Regresar a la Gracia incluyeron algunas historias personales, algunos pensamientos compartidos con nosotros por el Papa Francisco durante este tiempo de pandemia, algunas ideas sobre el tercer mandamiento—santificar el Día del Señor y, lo más importante, algunas reflexiones sobre el maravilloso misterio del don misericordioso de Cristo de Su Cuerpo y Sangre generosamente entregado a nosotros en la Sagrada Eucaristía.
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