Recuperar la amabilidad: Una seria responsabilidad
Queridos Hermanos y Hermanas en Cristo,
El sexto capítulo de la encíclica papal del 2020 Fratelli Tutti (Sobre la Fraternidad y la Amistad Social) se titula “Recuperar la Amabilidad”. El llamado del Papa Francisco para un retorno a un estilo de interacción social que sea respetuoso, tolerante y, en una palabra, “amable”, se produjo justo antes de que la pandemia de COVID-19 atrapara al mundo entero en sus garras causando un sufrimiento indecible, dificultades económicas y disturbios sociales. Las palabras del Papa también son anteriores al estallido de violencia y la “locura de la guerra” en Ucrania y otras regiones del mundo.
Como el Papa Francisco ha dicho repetidamente: “Cada guerra deja nuestro mundo peor de lo que era antes. La guerra es un fracaso de la política y de la humanidad, una capitulación vergonzosa, una derrota punzante ante las fuerzas del mal” (Papa Francisco, Fratelli Tutti #261). Con esto en mente, el desafío de hoy de recuperar la amabilidad a través del diálogo respetuoso, la civilidad y el compromiso con la paz genuina entre las naciones es una responsabilidad seria que ninguno de nosotros debe ignorar.
¿Dónde ocurre la falta de amabilidad? En nuestros hogares y comunidades locales, sin duda, pero la mayoría de las veces vemos falta de amabilidad en la arena política. La discusión y el debate públicos a menudo degeneran en insultos, acusaciones de indiferencia insensible y malas acciones, y “filtraciones” de información sensitiva (a menudo escandalosa) por parte de opositores que buscan obtener una ventaja injusta sobre las personas con las que no están de acuerdo. Para recuperar la amabilidad en nuestro trato con los demás, debemos tener un cambio significativo de corazón—y de práctica—en nuestra interacción social en todos los niveles del discurso.
Los problemas sociales abordados por el Papa Francisco en Fratelli Tutti son complejos, pero todos provienen de una simple causa raíz. Hemos olvidado, o nunca aprendimos, que todos somos miembros de la familia de Dios. Cualesquiera que sean nuestras diferencias, permanecemos unidos como hermanos y hermanas que comparten la misma dignidad inextricablemente unidos unos a otros porque todos estamos hechos a imagen y semejanza de Dios nuestro Padre.
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