Ayudemos a nuestras hermanas y hermanos migrantes
Queridos Hermanos y Hermanas en Cristo,
Del 18 al 24 de septiembre se celebra en Estados Unidos la Semana Nacional de la Migración. Este es un momento para que todos nosotros logremos una mayor comprensión de los desafíos que enfrentan los individuos y las familias en muchas regiones diferentes del mundo que se ven obligados a abandonar su tierra natal debido a los desastres naturales o factores económicos, políticos y culturales fuera de su control. Esta Semana también debería recordarnos las responsabilidades que tenemos debido a lo que escuchamos de la Palabra de Dios y de la firme Tradición de nuestra Iglesia.
Durante los últimos diez años, el Papa Francisco nos ha instado a prestar más atención a las circunstancias que rodean la migración de los pueblos. Nos ha desafiado a ver realmente los rostros de estos hermanos y hermanas nuestros, en lugar de considerarlos simples estadísticas o, peor aún, problemas que nos imponen fuerzas fuera de nuestro control. “Los emigrantes huyen a causa de la pobreza, el miedo o la desesperación”, afirma el Santo Padre. “Eliminar estas causas y poner fin así a las migraciones forzadas exige un compromiso compartido por parte de todos, de acuerdo con las responsabilidades de cada uno. Este compromiso comienza por preguntarnos qué podemos hacer, pero también qué debemos dejar de hacer”.
Aprovechemos este tiempo de reflexión nacional para preguntarnos—de manera individual y como comunidades—qué podemos hacer y qué debemos dejar de hacer para acoger y ayudar a nuestros hermanos y hermanas migrantes. En este boletín hay varios enlaces que pueden utilizarse para acceder a recursos útiles. Les ruego que los utilicen. Gracias y que Dios les bendiga.
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