Sigue el ejemplo de María y acércate a Jesús
Mis queridas hermanas y hermanos en Cristo,
Uno de los temas constantes del Papa Francisco es la “cercanía”. Prácticamente en todas sus comunicaciones, ya sean escritas de antemano o espontáneas, nuestro Santo Padre nos exhorta a permanecer cerca de Dios y de los demás.
Nuestra cultura contemporánea tiende a ver a Dios como ausente, lejano y desconectado de nuestro mundo y de nosotros. Esa no es la visión cristiana. Somos gente de Adviento, mujeres y hombres que esperan la Esperanza Bendita cada día. Creemos que nuestro Dios se acerca a nosotros, que está más cerca de nosotros que lo que estamos de nosotros mismos.
Consideramos que la separación permanente de Dios (y de los demás) es el infierno, la peor situación posible para cualquiera. Y creemos que la gracia de Dios, su amor incondicional y gratuito, es lo que nos mantiene unidos a Él y entre nosotros.
La cercanía de Dios a nosotros se ve perfectamente en María, la virgen madre de Jesucristo. La Santísima Virgen llevó en su vientre al Hijo de Dios. Su humanidad se formó en su carne, en la línea sacerdotal que incluía a Isabel y Zacarías, y en el corazón de María, que aceptó con fe la voluntad de Dios.
A través de María, Dios se hizo uno de nosotros. Hizo posible que nos acerquemos a Él, que nos identifiquemos con Él y que lo reconozcamos como nuestro hermano. No se trata de un Dios ausente, lejano o desconectado. Este Dios es uno con nosotros y nos acerca a él a través de la intercesión de una sencilla mujer hebrea elegida por Dios para ser la madre de su Hijo.
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