El Papa Francisco: 10 títulos para 10 años



Antes de que se le conociera por alguna otra cosa, al Papa Francisco se le conocía como “el primer Papa no europeo en casi 1,300 años”.

En los últimos 10 años, ha dirigido la Iglesia con energía y optimismo, viajando un promedio de cuatro veces al año. Suele empezar y terminar esos viajes rezando ante el icono bizantino del siglo V Salus Populi Romani (“Nuestra Señora, salud del pueblo romano”), porque, “Con la Virgen, voy seguro”. Raramente visto con un rosario, la devoción de Francisco a la Santísima Virgen es, sin embargo, profunda y transparente, pues María, ha escrito, está “¡siempre escuchándonos!”.

Así pues, rápidamente dedujimos que el 266º Papa sería un Papa de la Patrona de toda la Humanidad. A medida que le hemos ido conociendo, también hemos aprendido a llamar al Papa Francisco:

— El Papa de la humildad pragmática:

Cuando un atónito Cardenal Jorge Mario Bergoglio fue anunciado en la Plaza de San Pedro, su primer comentario (que el cónclave parecía haber “ido al fin del mundo” para encontrar un nuevo obispo de Roma), llevó inmediatamente a una petición de oraciones — en primer lugar por su predecesor, el Papa Benedicto XVI, y luego por, bueno, todo el mundo: “Recemos unos por otros (y) por el mundo entero porque hay una gran fraternidad en el mundo”. El Papa Francisco, que renunció a los apartamentos papales para alojarse en una casa de huéspedes para clérigos visitantes, (en su primer acto de continuidad papal) hizo sus propias maletas y se las llevó a su nuevo hogar.


— El Papa de los pobres:

En su carta apostólica de 2016, “Misericordia et Misera”, el Papa Francisco instauró la primera Jornada Mundial de los Pobres y la inauguró en el Aula Pablo VI, compartiendo un almuerzo con los indigentes de Roma. La comida se convirtió en una tradición que, interrumpida durante dos años debido a la pandemia mundial, se restableció con alegría en 2022. Sin embargo, incluso antes, el pontífice había organizado duchas para las personas sin hogar cerca de las columnatas de Bernini que abrazan la plaza de San Pedro. Recordando a los críticos que Jesús dijo que los pobres estarían siempre entre nosotros (Jn 12,8), el Papa escribió: “No hay excusas que puedan justificar una falta de compromiso cuando sabemos que él se ha identificado con cada uno de ellos”.


— El Papa de la ternura pastoral:

La ternura aparece con frecuencia en las declaraciones del Papa Francisco, y está relacionada con su preocupación por los pobres. La ternura sugiere intimidad, que es lo que Francisco modela cuando come con los oprimidos y se compromete con ellos. Ha desarrollado una “Teología de la ternura” informal que demuestra cómo las pequeñas cosas que la mayoría da por sentadas — una ducha, ropa limpia y, a veces, simplemente ser visto y saludado en lugar de ignorado — afirman la dignidad humana. “La ternura es algo más grande que la lógica del mundo”, dijo Francisco a una audiencia de 2022. “Es una forma inesperada de hacer justicia”.


— El Papa de la protección del medio ambiente:

La ternura se cuela incluso en sus reflexiones sobre ecología. Al recibir el anillo del pescador, el Papa Francisco predicó: “… seamos protectores de la creación, (del) plan de Dios inscrito en la naturaleza, protectores unos de otros y del medio ambiente”, y añadió: “Proteger exige bondad, exige cierta ternura”. En su encíclica pionera “Laudato Si'”, ensalzó a San José, del cual “emerge también una gran ternura, que no es propia de los débiles sino de los verdaderamente fuertes … Por eso fue declarado custodio de la Iglesia universal”, que puede, “motivarnos a trabajar con generosidad y ternura para proteger este mundo…” (242)


— El Papa de la Oración y Consolación en medio de la Pandemia:

En un temible y grave momento global, mientras el mundo entero se encerraba — aislados e impedidos de estar con sus seres queridos que morían solos — el Papa Francisco nos llevó a la súplica ante Dios, haciendo “Una Oración Extraordinaria en Tiempos de Pandemia” en la tarde del 27 de marzo de 2020. Completamente solo en la Plaza de San Pedro, acompañado únicamente por un crucifijo del siglo XV, el Papa dio voz a lo que toda la humanidad estaba sintiendo: “Densas tinieblas han cubierto nuestras plazas, calles y ciudades; se fueron adueñando de nuestras vidas llenando todo de un silencio que ensordece y un vacío desolador … Nos encontramos asustados y perdidos”. Con una custodia, bendijo al mundo con la Sagrada Eucaristía, y luego — reparándose al interior de la Basílica de San Pedro — nos invitó, vía satélite, a una hora de contemplación ante Cristo misericordioso, allí presente.


— El Papa del lenguaje llano:

Durante 40 viajes al extranjero, Francisco — que ha expresado su aversión a las formalidades excesivas — se ha salido a menudo del guión en las ruedas de prensa durante los vuelos. Sus comentarios, sobre todo cuando se sacan de contexto, causan sensación. Mientras regresaba del encuentro de la Jornada Mundial de la Juventud de 2013, le preguntaron al Papa sobre los hombres homosexuales en el clero. Respondió: “Si una persona es gay, busca al Señor y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para juzgarla?”. Como era de esperar, partidos a favor y en contra sacaron punta al comentario y se desató la polémica. En “El nombre de Dios es misericordia”, su libro-entrevista con Andrea Tornielli publicado en 2016, Francisco abordó la polémica de frente, diciendo que había parafraseado “el Catecismo de la Iglesia Católica en donde se afirma que estas personas deben ser tratadas con delicadeza y no deben ser marginadas”. Recordó que el acompañamiento tiene precedentes en los Evangelios, por lo que debemos, “… mostrarles buena voluntad, mostrarles el camino y acompañarlos en el mismo”.

— El Papa defensor de los marginados:

La preocupación del Papa por los marginados es sincera y profunda. Al principio de su pontificado — cuando todavía era sorprendentemente ágil para ser un hombre mayor al que le faltaba una parte de un pulmón — se metía habitualmente entre la multitud para saludar a la gente, besar a los bebés y poner nerviosos a sus guardias de seguridad. En una ocasión memorable, al encontrarse con un hombre cuyo rostro estaba cubierto de tumores debido a un trastorno genético, el Papa Francisco, al igual que su santo tocayo, lo besó y abrazó con delicadeza, un hombre al que un mundo obsesionado por la belleza encontraba difícil de mirar y fácil de relegar a un segundo plano. “No encontraremos al Señor si no aceptamos de verdad a los marginados”, predicó Francisco en una misa de 2015 para nuevos cardenales. “Verdaderamente, queridos hermanos, en el Evangelio de los marginados es donde se juega, se descubre y se revela nuestra credibilidad”.

Podríamos entender aliterativamente al Papa Francisco de otras maneras, y sus encíclicas nos apoyarían:

— El Papa del Pueblo: “Fratelli Tutti” (“Sobre la fraternidad y la amistad social”)

— El Papa de la alegría orante: “Evangelii Gaudium” (“La alegría del Evangelio”)

— El Papa de la esperanza perpetua: “Lumen Fidei” (“La luz de la fe”)


Ahora va más despacio. En el funeral del Papa Benedicto XVI, era obvio que el Papa estaba sufriendo mientras se despedía de pie, antes de que el féretro fuera llevado a San Pedro para su entierro. A veces en silla de ruedas, recientemente hizo un llamamiento en favor de quienes padecen dolores crónicos.

Ahora que este antes vigoroso obispo de Roma está yendo más lento, recordamos estos momentos de grandeza y conocemos al Papa por sus frutos, al tiempo que reconocemos el trabajo que aún queda por hacer: que los escándalos y las crisis en el seno de la Iglesia siguen sin abordarse suficientemente, que la gente sigue sufriendo. Podemos hacerlo en oración y con compasión, recordando las intenciones de un Papa que — quizá ahora en su ocaso — se enfrenta a diario con problemas importantes y desafiantes en la cultura, la Iglesia y su amada Compañía de Jesús.

Hacerlo demostraría que hemos aprendido algo sobre la ternura y la generosidad espiritual en estos últimos 10 años.

Elizabeth Scalia es redactora cultural de OSV News. .

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