Cardenal Tobin: Dios camina con nosotros, Peregrinos de la Esperanza
Queridos hermanos y hermanas en Cristo:
Al entrar en este tiempo santo de Cuaresma, la imagen de un viaje espiritual ocupa un lugar destacado en las lecturas de la Escritura y en las prácticas penitenciales de este tiempo litúrgico. Especialmente durante este Año Jubilar, con el tema “Peregrinos de esperanza”, estamos conscientes de que nos movemos juntos como una familia de fe y de que tenemos un destino común: nuestra patria celestial.
Este año, nuestra peregrinación cuaresmal tiene lugar mientras nos enfrentamos a la realidad de millones de nuestros hermanos y hermanas que están lejos de sus patrias y cuyo futuro en el mejor de los casos, es incierto. El Papa Francisco, que desde el inicio de su pontificado ha sido un incansable y abierto defensor de los migrantes, refugiados y desplazados, compara su situación con el Éxodo del pueblo de Israel en tiempos de Moisés (véase la selección más abajo).
Como señala el Santo Padre:
Los migrantes huyen a menudo de situaciones de opresión y abusos, de inseguridad y discriminación, de falta de proyectos de desarrollo. Y así como los hebreos en el desierto, también los emigrantes encuentran muchos obstáculos en su camino: son probados por la sed y el hambre; se agotan por el trabajo y la enfermedad; se ven tentados por la desesperación.
Especialmente durante la Cuaresma, la llamada a la oración, al ayuno y a la limosna nos brinda la oportunidad de ser uno en corazón y mente con quienes sufren el miedo y la ansiedad de este tiempo caótico. Como compañeros de peregrinación, debemos rezar unos por otros, y especialmente por nuestros hermanos y hermanas emigrantes. Debemos ayunar y, por tanto, negarnos a nosotros mismos cosas que tantos pobres luchan por obtener para ellos y sus familias. Y debemos dar generosamente a las organizaciones caritativas que ayudan a las personas y familias que han tenido que huir de su tierra natal.
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