Del Cardenal: Aguardando la Bendita Esperanza

Porque la gracia de Dios se ha manifestado para la salvación de todos los hombres, y nos enseña que debemos renunciar a la impiedad y a los deseos mundanos, y vivir en esta época de manera sobria, justa y piadosa, mientras aguardamos la bendita esperanza y la gloriosa manifestación de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo, quien se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras. (Tito 2, 11–14).

Mis queridas hermanas y hermanos en Cristo,

Rezamos sobre la “espera de la bendita esperanza” todos los días en la Misa, y de manera especial durante el Adviento. Nuestra fe nos enseña que el Señor volverá. Y nos dice que su venida será un tiempo de gran alegría, un tiempo en el que se enjugará toda lágrima y se cumplirán todas nuestras esperanzas.

Nosotros lo creemos. Es parte integrante de la esperanza cristiana. Un día, el Señor vendrá de nuevo, y la redención del mundo (y nuestra redención personal) será completa.

Como miembro de la Congregación del Santísimo Redentor (Redentoristas), soy muy consciente de esta verdad fundamental de nuestra fe. El proceso que se inició con la promesa de Dios a su pueblo elegido, los judíos, y que se realizó en la plenitud de los tiempos con la Encarnación de Cristo y con nuestra redención mediante su pasión, muerte y resurrección, se cumplirá en el último día.

Esperamos este día, la segunda venida de nuestro Señor y Salvador Jesucristo, como el cumplimiento de todas nuestras esperanzas y sueños.

Pero hay distintos tipos de espera. Como sabe cualquiera que se haya visto atrapado en un embotellamiento en una carretera interestatal, esperar puede ser frustrante. Y quienes se han encontrado en una sala de urgencias saben que la espera puede ser muy dolorosa.

Continúe leyendo el último boletín del Cardenal Joseph Tobin

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