Misioneros de la Iglesia Christ the King buscan reconstruir El Salvador
Hace treinta y cinco años, Esterminio Chica, de 16 años, huyó de El Salvador, devastado por la guerra. Veinte de sus familiares murieron cuando el ejército salvadoreño masacró a más de 75.000 civiles entre 1979 y 1992 durante un golpe militar y una guerra civil financiada por Estados Unidos. La masacre de la aldea de El Mozote en la región de Morazán se cobró 1.000 vidas el 11 y 12 de diciembre de 1981. Chica, un niño refugiado, viajó a través de México hasta los Estados Unidos en 1988. Trabajó en construcción, jardinería y cocina, y entró al seminario en 1997. Ahora en un año sabático de su puesto en la Iglesia Christ the King en Jersey City,
el P. Mino pasó los últimos tres meses caminando 50 millas a través del desierto de Arizona mientras buscaba los restos de quienes cruzaron la frontera y huyeron de la violencia y la pobreza en Centroamérica.
“En aquel entonces era menos peligroso, ya que los cárteles de la droga no eran tan poderosos y uno confiaba en la persona que lo llevaba al otro lado de la frontera. Morazán es la región más pobre de El Salvador y estuvo infestada de pandillas hasta hace un año”, dijo el P. Mino.
Regresó a su tierra natal y a los pueblos de Morazán y sus alrededores para realizar la obra misionera iniciada por los proyectos de servicio estudiantil de Seton Hall en 2004. “Es un privilegio y me trae mucha alegría y gratitud, no importa lo dura que sea la vida; con la perspectiva de la fe, puedes tener un final feliz. Vemos que El Mozote se está reconstruyendo y se tiene mucho que celebrar ahora. No hay resentimientos del pasado”, enfatizó el P. Mino.
Aunque la infraestructura en El Salvador está mejorando, el país carece de recursos para satisfacer las necesidades básicas, particularmente en las zonas rurales, y las oportunidades laborales son escasas. “El más grande sistema de apoyo es la familia extendida y la fe”, dijo el P. Mino.
Durante un viaje de 10 días en septiembre, la asistente pastoral de la iglesia Christ the King, Rosemary Nwabueze, y la gerente comercial, Ann Warren, se unieron al Padre Chica en El Salvador. Ellos llevaron no solo el apoyo espiritual, sino también 34 libras en cajas de suministros médicos (antibióticos, vendajes, gasas y antisépticos) y más de $1,000 en asistencia monetaria. Entregaron donaciones de feligreses de Christ the King al asilo de ancianos San Antonio en Hospital San Miguel y Divina Providencia de San Salvador. Las dos recorrieron la capilla del hospital donde Oscar Romero, el arzobispo de San Salvador, fue asesinado en 1980 durante una misa. Fue perseguido por hablar sobre violaciones de derechos humanos, acciones militares del gobierno y la difícil situación de los pobres y oprimidos. Los artefactos conmemorativos incluyen su automóvil, ropa manchada de sangre, cálices, su escritorio y artículos personales en su vivienda. Romero fue canonizado por el Papa Francisco en 2018.
A horas de San Salvador, Nwabueze y Warren llegaron en un vehículo 4×4 hasta Los Cimientos, donde los residentes del pueblo están ampliando su iglesia con la ayuda de los feligreses de la iglesia Christ the King de Jersey City, Nueva Jersey, que cuenta con un 7,2% de población salvadoreña. “Fue un viaje de múltiples niveles: trabajo, misión y un retiro”, dijo Nwabueze. “Cuando aterrizamos en San Salvador, era como cualquier gran ciudad con tráfico, centros comerciales y tiendas de lujo. Nos aventuramos en los cerros y montañas de los pueblos hacia San Miguel y sus alrededores, y había mucho contraste”.
Las calles estrechas o inexistentes dificultan la atracción de sacerdotes a la nueva iglesia. “No sabíamos si serían transitables. Se suponía que el P. Mino celebraría la misa. La pequeña iglesia estaba llena de más de 100 personas. Un caballero que salió de su casa a las 4 a.m. para caminar a la iglesia subió con nosotros la empinada colina. La necesidad de sacerdotes es grande”, explicó Nwabueze.
Al visitar a familias que viven en el monte, las dos observarin la pobreza y la hospitalidad, comieron sopa con un grupo y aprendieron sobre sus vidas. “Las familias, algunas con niños y adultos discapacitados, comparten espacio con pollos y cerdos criados para consumo en viviendas que consta nada más que de techo de hojalata, paredes de losa y piso de tierra. Los estudiantes de Seton Hall recaudaron fondos para comprar colchones para las familias”. Warren señaló.
Los aproximadamente 150 residentes de El Mozote cuentan con un sistema de transporte donde las comunidades pueden compartir un vehículo. “Están reconstruyendo la zona con un nuevo sistema de agua y un espacio sagrado para alguna visita ocasional de un sacerdote”, dijo Warren.
El contraste de la pobreza extrema con el telón de fondo de densos bosques ribereños, cascadas y playas color turquesa era marcado. “La experiencia general me cambió la vida, ver tanta necesidad y belleza yuxtapuestas. Cuando salimos de debajo de un techo de hojalata, todo eran montañas exuberantes y hermosas flores.
Había belleza espiritual y física y una gran necesidad”, recordó Nwabueze.
La supervivencia en el monte es una lucha diaria.
“A un niño lo mantuvieron en una jaula porque comía tierra. Las hermanas locales hicieron una colecta para comprar comida y pañales para la familia”, dijo Warren. “El viaje me abrió los ojos a las condiciones de vida, de la misma manera a la hospitalidad y la dignidad”.
Cuando terminó la guerra y se firmó un tratado de paz, los salvadoreños, incluido el P, Mino, reclamaron sus propiedades y comenzaron a reconstruir sus aldeas. “La belleza de la fe católica nos conecta”, dijo.
Las donaciones para la ampliación de la iglesia de Los Cimientos se pueden hacer a nombre de Christ the King, 768 Ocean Avenue en Jersey City, NJ 07304.